El proceso a Jesús. Las claves (1)

Aprovechando el presente tiempo de Semana Santa, analizamos algunos puntos de La Pasión relatada en los cuatro evangelios canónicos para intentar comprender la parte histórica del proceso y crucifixión de Jesús.

La última cena

Los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas nos cuentan que Jesús y sus discípulos celebraron la cena de Pascua como última cena, que tuvo lugar el viernes 14 del mes de Nisán (abril). Pero hay un punto contradictorio al inicio de los tres relatos: «El primer día de los ázimos», que se refiere al primer día de la semana en que se comía pan ázimo (sin levadura), es decir, el día anterior a la cena pascual, en este caso un jueves. Los tres evangelistas coinciden en el error de situar la última cena durante la cena de Pascua, pero también nos dicen que la última cena tuvo lugar el día anterior a la cena pascual. Entonces, ¿con qué día nos quedamos? ¿Jueves o viernes? Si echamos un vistazo al evangelio de Juan podemos encontrar la posible respuesta: “Antes de la fiesta de Pascua” (Jn 13, 1). El cuarto evangelista sitúa la última cena el día anterior a la cena de Pascua, un jueves. ¿Acierta el evangelista? Parece bastante probable que Jesús celebrase una última cena con los suyos, intuyendo que la cena pascual no podría celebrarla, pues sería condenado a muerte el mismo día de Pascua.
Llama la atención que la condena y muerte de Jesús se produce de una forma muy rápida, entre la noche del jueves y la mañana del viernes. Probablemente había un especial interés por parte del Sanedrín en quitarse del medio a Jesús antes de celebrar la cena pascual.

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Prendimiento

Terminada la cena, Jesús y sus discípulos se dirigen a Getsemaní (que significa “lagar de aceite”), un lugar situado en el valle del Cedrón, al pie del monte de los olivos. Allí dedican parte de la noche a orar.
Con Jesús y los discípulos también habría un gran número de seguidores, algunos de ellos armados. Los soldados que acuden junto con Judas a Getsemaní para llevar a cabo el arresto van armados con espadas y palos – Mc 14, 43 y Mt 26, 46 – porque saben del peligro de dicha operación. Temen represalias por parte de algunos de los seguidores de Jesús. Seguramente tuvo lugar una disputa armada entre ambos bandos. Los evangelistas no mencionan tal disputa, con la intención de mostrar a Jesús y los suyos como un grupo pacífico; pero sí aportan algo de información de forma indirecta: Mateo cuenta que uno de los seguidores de Jesús cortó una oreja a un soldado – en Lc 22, 50 Jesús obra un milagro y cura la oreja al soldado -, mientras que Juan dice que el propio Pedro usó su espada para proteger a Jesús. El evangelio de Marcos, el más antiguo de los cuatro, es el único que no muestra a Jesús reprendiendo a los suyos por el uso de espadas contra los soldados, llamativo sin duda.
El episodio finaliza con el arresto de Jesús. Algunos estudiosos consideran que durante el arresto también hicieron presos a varios de sus seguidores, dos de ellos crucificados con él, los mal llamados ladrones – la traducción correcta de la palabra griega es sedicioso, no ladrón.

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Jesús ante el Sanedrín

El tribunal del Sanedrín condena a Jesús por declararse a sí mismo Mesías. Pero en realidad esta acusación no tiene el peso suficiente como para desencadenar en una condena a muerte. Jesús se había convertido en una gran amenaza para el grupo sacerdotal judío, pues había alterado en varias ocasiones el orden político y social. El episodio que probablemente supuso su sentencia de muerte fue el altercado en el Templo.
En los evangelios Jesús monta en cólera contra los vendedores y compradores, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas.
Pero hay algo chocante en este episodio. Si Jesús era un judío riguroso con la Ley, ¿cómo podía oponerse al cumplimiento de las leyes para con el Templo? Todo judío que visitara el Templo debía cumplir los preceptos de la ley; los peregrinos necesitaban de los cambistas para adquirir moneda y poder comprar en los diferentes puestos animales para los sacrificios, así como efectuar donativos en metálico para el Templo. Por ese motivo es poco verosímil que Jesús estallara contra cambistas y vendedores; en realidad estalla contra los abusos que se producían en el lugar más sagrado de la ciudad, abusos que enriquecían solo a unos pocos, los sacerdotes que controlaban el Templo.

pasion 2Durante el interrogatorio del Sumo Sacerdote, Jesús es acusado principalmente de blasfemia (Mc 14, 61-64). Siguiendo el relato marcano, hay un punto de especial interés: cuando el Sumo Sacerdote se dirige a Jesús con la siguiente pregunta: “ ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” Es muy llamativo que el propio sacerdote haga uso del término Cristo – que significa ungido, es decir, Mesías – y la expresión Hijo del Bendito, que en aquella época carecía de sentido – pues en la mentalidad judía no era posible una idea de parentela entre Yahveh y una persona humana. Parece más bien un añadido de Marcos (Brandon, 1968) -.
En cambio, el Sumo Sacerdote en el relato de Mateo dice “Te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”. La expresión Hijo de Dios en el mundo judío se usaba como una fórmula de adopción entre la divinidad y el hombre, no significaba literalmente ser hijo de una divinidad; encontramos esta misma designación en 2Sam 7, 14 para relacionar al Rey Salomón con Yahveh. En cambio la expresión Hijo de hombre sí relaciona a un hombre con el mundo divino, utilizada para personas que superaban la condición humana (Dn 7, 13-14); el mismo Jesús hace uso de esta expresión precisamente con ese significado: “De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios” (Lc 22, 69). En la época todos eran Hijos de Dios, pero solo unos pocos podían superar su condición humana y ser llamados Hijo de hombre.

Otra de las acusaciones que aportan algunos testigos llamados a declarar por el Sanedrín son las siguientes palabras de Jesús sobre la destrucción del Templo. “Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombre”. Parece una clara alusión de los evangelistas a la verdadera destrucción del Templo acaecida en el año 70, como consecuencia de la muerte de Jesús a manos del pueblo judío.

Negaciones de Pedro

Una vez terminan las acusaciones contra Jesús y el Sanedrín dicta su sentencia de muerte, Marcos y Mateo sitúan el episodio de las negaciones de Pedro; Lucas en cambio lo coloca antes del juicio, mientras que Juan lo divide en dos partes: una primera negación antes del juicio y dos más después de la condena.
El relato marcano es muy peculiar, pues se producen tres negaciones y dos cantos del gallo: Pedro reniega de Jesús una primera vez y segundos después canta un gallo; vuelve a renegar dos veces más, y de nuevo canta el gallo (Mc 14, 72). La primera negación y canto del gallo parecen pertenecer a una tradición muy antigua que no siguen ni Mateo, ni Lucas ni Juan – en estos tres evangelios Pedro reniega tres veces y después canta el gallo -. Esa tradición que solo sigue Marcos se combinó después con las dos últimas negaciones que corresponden a dos relatos paralelos de otras tradiciones.

Parte 2 próximamente.